Autores: Denny O’Neil (guion) / Frank Miller (dibujo)
Editorial: Panini (Biblioteca Marvel: Spiderman n.º 34)
Año: 2005
Formato: Tomo (rústica)
160 págs. - 4,50 €
Para este anual de 1980 titulado El libro del Vishanti, Jim Shooter, el por aquel entonces editor de Marvel Comics, cuenta con el guion de Denny O'Neil y el dibujo de un joven Frank Miller, que, a pasos agigantados, se va abriendo camino en el mundo del cómic mainstream americano. También cabe destacar las tintas de Tom Palmer, que hace un trabajo más que aceptable, si bien en mi opinión no se complementa tan bien al estilo de los lápices de Miller como otros entintadores (estoy pensando en Klaus Janson, en quien Miller delegaría cada vez más al hacerse mensual, el anteriormente bimensual, otro título de la misma editorial: Daredevil... aunque eso ya es otra historia).
La trama de este anual nos presenta una alianza entre el ya de sobra conocido doctor Victor von Muerte, y Dormammu, morador de la dimensión oscura, aparecido por primera vez entre las páginas del Strange Tales # 126, y habitual enemigo del doctor Stephen Extraño. Ambos se juntan con la intención de realizar la llamada "Barra Siniestra", de la cual a pesar de que no se nos dará apenas información, podemos deducir que trataría alguna que otra desgracia a la humanidad. El peligro que representa ejecutar la "Barra Siniestra" obliga a Muerte y Dormammu a delegar esa responsabilidad en un tercero: un torpe y codicioso lacayo de Muerte llamado Dilby. Aunque el cerebro de la operación sean Muerte y Dormammu, Dilby será la cabeza visible, el principal villano de la historia.
Llegados a este punto se impone presentar a los héroes que harán frente a Dilby y su misteriosa "Barra Siniestra". Como a estas alturas ya se podrá intuir, se trata, nada más y nada menos, que del Doctor Extraño y, ¡oh, sorpresa!, el extraordinario Spiderman, pareja que ya había coincidido en el pasado (recordemos el emocionante Amazing Spider-Man # 109, a manos de un aun inspirado Stan Lee y un excelente John Romita Sr.). A partir de aquí, cualquier cosa que cuente corre el riesgo de desvelar demasiado sobre la historia, aunque eso sí, me permitiré resaltar mis momentos preferidos, como las dos apariciones de la desdichada Debbie Withman, la por aquel entonces... ¿novia? ¿amiga especial? de Peter Parker, a la que siempre acaba dejando tirada en cuanto "el deber le llama", hasta que, varios números adelante, cansada de las escusas de Parker, acabe buscándose otro príncipe azul; la pelea de Spiderman contra unos extraños "bichos" de la dimensión oscura en el Greenwich Village, o el momento en que Peter es sorprendido en un concierto de rock al que había asistido para investigar sobre la Barra Siniestra, por Debbie (a la que por supuesto, había dejado plantada pocas páginas antes) mientras una atractiva joven intentaba ligar con él. Y por último, el monumental cabreo (magistralmente ilustrado por Miller) que se pilla el Doctor Extraño con Dilby nada más ser liberado del conjuro que lo mantenía cautivo...
A la hora de hablar de los autores, si me tengo que poner quisquilloso me permitiré decir que el trabajo de O'Neil en este número, a pesar de ser correcto y de hecho bastante bueno a mi entender, en algún momento puede ser algo "soso", como si no hubiese aprovechado para sacarle todo el jugo a la historia que tenía entre manos... pero como ya he dicho realiza un gran trabajo, y desde el punto de vista de los guiones se trata de un cómic bastante completo, aunque dé la impresión de que falta "algo" (aunque también es cierto que el lector jamás está satisfecho, ¡siempre quiere más!). En cuanto al dibujo, cabe comentar que no es el tipo de estilo al que Miller nos tiene acostumbrados, de hecho puede resultar difícil reconocer su mano en este cómic, que se aleja bastante del tipo de dibujo por el que será recordado (como por ejemplo en Sin City, o sin ir tan lejos en El regreso del Caballero Oscuro de DC, o su paso por Daredevil haciendo equipo con el ya mencionado Klaus Janson), aquí encontramos un dibujo mucho menos personal, más convencional y adaptado al estilo genérico de los dibujantes de Marvel en esa época, aunque podemos encontrar algunos guiños al estilo que abrazaría sin tapujos poco tiempo después (como su magistral dominio de las sombras, o la poca importancia otorgada a las proporciones anatómicas), algo parecido al caso de John Romita Jr., en cuyos primeros trabajos para Marvel podemos apreciar una clara influencia tanto de su padre como de los demás dibujantes "marvelitas", muy alejado del estilo personal con el que dibuja hoy en día. Cuando alguien me dice que Frank Miller no sabe dibujar, o que solo dibuja en su estilo, me gusta enseñarles este cómic, demostrándoles que es un dibujante hábil y versátil que sabe lo que hace. Y con esto no quiero decir que el estilo que adoptaría a posteriori sea malo, sino todo lo contrario; de hecho considero que Miller es mucho mejor dibujante que guionista (aunque este no es lugar para abrir ese debate).
El anual puede encontrarse en el interior de este volumen
Concluyendo, este no es un cómic que marque un antes y un después en la trayectoria del personaje, ni que vaya a marcar al lector de por vida, pero que, sin duda, cumple su cometido: enganchar al lector desde la página 1, y hacerle pasar un buen rato, como me lo hizo pasar a mí cuando lo leí por primera vez.
Autor de la reseña:
Bruno Zapater Parreño
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